El intento de un
regimiento blindado de provocar un golpe de Estado el 29 de
junio de 1973, el llamado "tancazo", despertó mucha alerta hacia
las FFAA, pese a que el intento fracasó por intervención
personal del General Prats, Comandante en Jefe del Ejército, el
mismo que con su entrada al Gobierno como Ministro del Interior,
solucionó el mencionado Paro de Octubre y garantizó las libres
elecciones de marzo. Por su actitud honorable y fiel al Gobierno
legítimo lo insultaron muchos de la Oposición, mientras la
Izquierda suponía que con él a la cabeza, las FFAA al menos
serían neutrales en el conflicto político. Cuando Prats
finalmente renunció, pocos días ante del golpe de Estado, le
sucedió Pinochet (que meses más tarde ordenó la colocación de
explosivos en el auto del General Prats haciendo volarlo junto
con su esposa). ‑
Hacía meses que se
había empeorado rápidamente la situación de la ciudanía y con la
creciente escasez de casi toda mercancía, a uno le costaba
muchos esfuerzos y astucia defender la subsistencia.
La falta de productos
alimenticios se debía, por una parte, al deterioro agrario y
ganadero, arriba mencionado, y por otra parte, a un
desabastecimiento artificial, fuera por razones políticas, para
provocar la caída de Allende, o fuera por que la gente compraba
y acaparaba lo que podía. En todo caso, la consecuencia fue, que
mucha mercadería desaparecía del mercado oficial, a precios
fijos. A veces emergía lo desaparecido de nuevo, al "mercado
negro", que surgió en aquella época. Así se lo conseguía "por
debajo del mostrador", pero ahora a precios de 5 ‑ 10 veces más
caros.
El control de precios
por inspectores del Gobierno no funcionaba nunca y fue combatido
fieramente por los comerciantes, igual que el abastecimiento
directo de consumidores por instituciones de Gobierno o de los
movimientos políticos, como las Juntas de Abastecimientos y
Precios (JAP). Esto funcionaba solamente en ciertas zonas de su
influencia como p.ej. en muchas poblaciones. –
En algo se puede
entender al comerciante que tenía que pagar anticipadamente su
mercadería y con la inflación galopante no recuperaba el costo
de reposición, si la vendiera a los precios fijos autorizados.‑
En la medida que se
agudizaba la escasez, fueron creciendo las filas de compradores.
Mucha gente "hizo cola" por horas, medio día o día y noche para
conseguir 2 litros de aceite, 2 kg de azúcar o arroz o uno a dos
pollos. Aunque parezca un poco cínico decir, la verdad es, que
se formó una nueva "profesión", "el colero". Este vendía su
puesto muy adelantado en la fila o hacía cola con otros miembros
de su familia, porque las ventas eran per cápita. Lo adquirido
se vendían a precios altos, que les producían muchas veces más
dinero que sus trabajos verdaderos.‑
Mucha importancia
cobró el "mercado negro de dólares". El dólar debe haber costado
250 Escudos chilenos al comienzo del período de la UP pero ya en
julio 1973 costaba 3500 Escudos. La inflación sólo en 1973
alcanzó más que 1% al día. Consecuentemente se caculaba las
ventas que no tenían precio prefijo, solamente en dólares, p.ej.
sitios, automóviles o cosas importadas (Las importaciones son de
suma importancia en este pequeño país, donde no existe
producción nacional para muchos artículos por falta de un
mercado apropiado.). Cada cual trataba de cambiar en dólares su
moneda nacional excedente o de comprar bienes, como automóviles
que apenas perdieran su valor.‑
Visto al revés, ello
significaba que se podía vivir con unos pocos dólares al mes.
Esta ventaja la tenían los diplomáticos y el personal
extranjero, pagados en moneda dura o aquellos que recibían
dólares de algún pariente en el exterior. Las personas con
salarios fijos, como los profesores, tenían entonces ingresos
que, expresados en dólares, no superaban los 5 a 10 dólares al
mes, lo que significaba, que les costaba un gran esfuerzo,
comprar p.ej. un repuesto para su viejo vehículo.‑
En tales
circunstancias el país iba a la bancarrota. Por falta de
repuestos o materias primas indispensables (y a veces
sencillamente por paros y reuniones interminables de los
empleados y obreros), se fueron paralizando también muchos
servicios. A los laboratorios y clínicas les faltaba de todo.
Hasta los alimentos básicos tenía que importarlos el gobierno en
este país, virtualmente tan rico! Por eso se agotaban y faltaban
las divisas necesarias para los servicios, la inversión y la
producción. Al final ni siquiera alcanzaban para "comerselas".
La situación se había tornado tan extrema, que tres días antes
del golpe, el 8 de septiembre de 1973, Allende confesó, que el
stock de harina alcancaría sólo para 3‑ 4 días más.‑
Ya desde 1972 se hacía
sentir en la población una sensación de desesperación y de
profunda tristeza por una vida diaria tan difícil, una angustia
por los bienes propios, por un futuro incierto, por el desorden
y el terror en la calle, la falta de respeto a las órdenes de
las autoridades cívicas, la falta de una autoridad moral, la
"politiquería" y las campañas de calumnias y mentiras.
Más de 15 000
profesionales ya habían salido del país, otros se aprestaben a
salir. Al mismo tiempo había entrado mucha gente, o emigrantes y
perseguidos de otros paises sudamericanos o enviados de paises
socialistas.‑